Clasificación de la basura
Con la palabra basura (proveniente del latín versura, del verbo verrer, o sea, “barrer” o “limpiar”) llamamos comúnmente a todos los materiales de desecho inservibles, o sea, que a diferencia de los residuos, no pueden ser reutilizados o reciclados.
En general, estos materiales son producto de las distintas actividades de generación y consumo del ser humano, y se suelen acumular en distintos lugares de recolección (conocidos como vertederos, basurales o rellenos sanitarios), como una forma de impedir que circulen en el medio ambiente.
Esto último, sin embargo, es una solución poco eficaz, y la acumulación de basura es un problema medioambiental digno de atención urgente.
La basura normalmente contiene materiales de diverso tipo, algunos biodegradables y de menor impacto ambiental, pero también otros permanentes y capaces de alterar de manera drástica el balance químico y físico de los ecosistemas.
Además, la basura propicia la aparición de enfermedades en los seres humanos.
A nivel mundial se producen, actualmente, un estimado de alrededor de 2.100 millones de toneladas de desechos al año, suficiente para llenar alrededor de 800.000 piscinas olímpicas, y apenas el 16% de dicha cantidad es tratada o reciclada de alguna manera.
Clasificación de la basura
La basura, como dijimos antes, puede consistir en desechos de distinto origen y diferente naturaleza. De acuerdo a este criterio, puede intentarse una clasificación que distinga entre:
- Residuos orgánicos. Aquellos que formaron parte de un ser viviente en algún momento, y que son por lo tanto biodegradables naturalmente, al entrar en contacto con el oxígeno y las fuerzas ambientales. Son ejemplo de ello las ramas y hojas secas, las cáscaras de frutos o los restos de comida.
- Residuos inorgánicos. Aquellos que no tienen origen en un ser vivo, sino en diferentes procesos químicos o artificiales de las industrias humanas. No suelen degradarse fácilmente, y a muchos les toma miles de años reducirse a partículas pequeñas, e incluso así siguen representando un riesgo para los seres vivos. Son ejemplo de ello los plásticos, las telas sintéticas, el vidrio y los fragmentos de maquinaria.
- Residuos mezclados. Aquella que combina ingredientes de diverso tipo, orgánicos e inorgánicos, combinando por ejemplo residuos de comida con envases plásticos. Este tipo de basura es la menos manejable, ya que requiere de un proceso previo de separación para poder destinar los restos orgánicos al compost, y los inorgánicos al reciclaje u otros tratamientos.
- Residuos peligrosos. Aquella que, sea o no de origen biológico, contiene sustancias capaces de reacciones químicas tóxicas o de esparcir infecciones, y por lo tanto representa un riesgo grave a la salud humana y animal. Estos materiales deben ser tratados con procedimientos especiales, y son ejemplo de ello: jeringas usadas, fluidos u órganos humanos, ácidos y bases corrosivas, elementos radiactivos, etc.
- Residuos reciclables. Aquella que puede retornar al circuito productivo como materia prima, y volver a servir para fabricar elementos de consumo. Estos materiales son los primeros que deben separarse del resto para ser reconducidos a la industria del reciclaje, tales como papel, cartón, vidrio, aluminio o madera.
El problema ambiental de los residuos
La presencia de la basura en el medio ambiente ocasiona diferentes formas de inconvenientes, dado que se trata de sustancias y compuestos que normalmente no forman parte del ecosistema, y que contribuyen con desbalancear los procesos bioquímicos y físicos que le son propios.
Así, la contaminación de mares, suelos e incluso del aire (por micropartículas sólidas que permanecen suspendidas) propicia la aparición de reacciones químicas insospechadas y muchas veces impredecibles, cuyas consecuencias pueden ser:
- Reacciones combustibles, corrosivas o tóxicas, que consumen materia orgánica o que hacen el entorno incompatible con la vida.
- Partículas inorgánicas (microplásticos) que son ingeridas por los seres vivos y, al ser indigeribles, acaban alojadas en sus tejidos, contaminando incluso los alimentos que comemos los seres humanos.
- Grandes cantidades de material sólido de pequeño tamaño enturbian las aguas y los aires, ingresando al cuerpo de los seres vivos al respirar y ocasionándoles enfermedades.
- Acumulaciones de residuos sólidos no biodegradables que empobrecen la calidad de los ecosistemas y que en muchas ocasiones son ingeridos por animales que los confunden con alimento, causándoles la muerte y desbalanceando la cadena trófica.
- Desechos biológicos peligrosos pueden desencadenar epidemias.
Tratamiento de la basura
Los residuos peligrosos requieren un tratamiento especializado y controlado.
La respuesta al problema medioambiental de la basura pasa, en todo momento, por emprender diferentes mecanismos de tratamiento, que permitan recuperar los desechos aprovechables y neutralizar aquellos que sean potencialmente peligrosos, o cuya presencia desencadene reacciones químicas adversas.
La mayoría de estos tratamientos se basa en la separación de los residuos: el filtrado y la decantación de las aguas residuales, por ejemplo, permite extraer sólidos de gran y poco tamaño, respectivamente, para que las aguas que retornan al medio ambiente estén lo más limpias posible.
Lo mismo ocurre con la separación de residuos físicos antes y después de llegar al vertedero, para poder recuperar los materiales reciclables y reaprovechables, disminuyendo significativamente la cantidad de basura que va a dar al medio ambiente.
Otras formas de tratamiento pueden ser más especializadas, como el tratamiento de residuos peligrosos o de materiales radiactivos, que ameritan envases especiales y a menudo están destinados a lugares apartados de almacenamiento, en condiciones controladas, para que sus componentes no circulen libremente en el ecosistema.
El problema de estas dinámicas es que requiere de una buena cantidad de recursos y es mínimamente rentable, sobre todo en los términos de un modelo de vida consumista e irresponsable. Es por ello que muchas iniciativas de tratamiento son financiadas por fundaciones, ONGs y actores estatales.
La basura espacial
Los viajes espaciales han dejado un cúmulo de basura orbitando nuestro planeta.
El interior de nuestro planeta no es el único lugar en el que los seres humanos hemos dejado nuestro rastro de desechos. Los viajes espaciales iniciados desde mediados del siglo XX han traído consigo la construcción de un verdadero cúmulo de basura espacial, que se encuentra en las capas externas de la atmósfera terrestre, en perenne órbita como satélites de muy pequeño tamaño, desplazándose a una altísima velocidad.
Tornillos, tuercas, pedazos de metal y de otros materiales sólidos, así, forman un cúmulo de escombros siderales, y representan un peligro para los propios viajes espaciales, dado que pueden impactar en aeronaves y astronautas, causando accidentes severos que, a su vez, dejen más basura en órbita.
La regla de las “Tres R”
Conocida como la “regla de las 3 R” o “las tres R de la ecología”, se trata de una metodología de tratamiento de materiales de desecho que tiene como propósito disminuir la cantidad de basura que tiramos al medio ambiente. Para ello, propone tres principios de acción, que son:
Reducir. En la medida en que disminuyamos el consumo de materiales que generan desecho, lógicamente, habrá menos basura. Esto aplica especialmente para los plásticos de un solo uso, como empaques, envoltorios o cubiertos desechables, que una vez empleados (o a veces ni eso) son tirados a la basura.
Pero la propuesta no sólo es consumir lo mínimo posible de estos materiales que envenenan el medio ambiente, sino de paso reducir también el consumo de energía, o lo que es lo mismo, consumir la energía de manera responsable, con un merecido criterio de escasez, ya que producirla tiene un altísimo costo ecológico que no siempre puede medirse en unidades monetarias.
El consumismo desaforado es, sin duda, el mayor responsable de la contaminación del planeta que existe, y es el primer hábito que debemos, colectivamente, abandonar.
Reutilizar. También con el fin de reducir la cantidad de desechos y desperdicios, la reutilización es clave en la medida en que nos permite aprovechar un objeto para una segunda vida útil.
Es decir, se trata de aprovechar al máximo los objetos que consumimos, y no dar por sentado que siempre podremos comprar uno nuevo, ya que el viejo irá a dar inevitablemente a la basura. Esto pasa por imprimir en ambas caras de las hojas de papel, rellenar botellas, etcétera.
Reciclar. Finalmente, la separación de los desechos para dar pie a la industria del reciclaje es la tercera actitud responsable de consumo.
No es lo mismo, ni debe tener el mismo destino, una bolsa con desechos biodegradables y líquidos, que otra con cartón, vidrio, lata o papel reaprovechables, que sirven de materia prima para la propia industria humana.
De esta manera, los desechos tienen una segunda (y a veces incluso tercera) oportunidad de servirnos y no ir a dar de inmediato al medio ambiente. Lo mismo puede hacerse con los desechos orgánicos, en forma de compost o abono orgánico para las plantas.
Artículo fuente: https://concepto.de/basura/